Actualmente, los partidos socialdemócratas abrazan el sistema capitalista, comparten y defienden sus normas, no plantean un cambio de modelo a pesar de criticar sus consecuencias: diferencias cada vez mayores entre países ricos y pobres, hambre y miseria para más de la mitad de la población del planeta, deslocalizaciones empresariales, esquilmación de los recursos naturales, modelo ecológico insostenible, etc. Su solución es confiar en el libre mercado y en las instituciones como el FMI y el Banco Mundial los cuales ya han demostrado que más que solucionar problemas los generan y agravan.
Sin embargo, la tradición de izquierdas hunde sus raíces en las luchas obreras contra el sistema capitalista, defendiendo que los medios de producción sean públicos y no dependientes de capital privado, de modo que sea toda la sociedad la que se beneficie de las plusvalías generadas o incluso que desaparezcan dichas plusvalías, concepto base del sistema capitalista. Con la globalización (o mundialización, como prefieren denominarla los franceses, principales teóricos sobre la cuestión) ya no es sólo capital privado sino que es un capital difuso que muchas veces no se sabe ni de dónde viene, y que, a través de inteligentes movimientos financieros, escapan del control del fisco de cualquier país, generando inmensas plusvalías con transacciones internacionales.
Ante esto el poder político se ve con poco margen de maniobra, ya que son las decisiones de las grandes multinacionales y del sistema bancario internacional las que van a condicionar la vida de los ciudadanos. De esta forma se supedita el poder político al económico. Es decir, se supedita la democracia al capital. Los designios de un país no se marcan desde la legitimidad que da el voto ciudadano en las urnas, sino por el voto que dan los grandes accionistas en los consejos de dirección de las grandes empresas. Sin embargo, los Gobiernos socialdemócratas critícan a los Gobiernos que, como el boliviano o el venezolano, en lugar de privatizar todos los recursos del país lo que hacen es nacionalizarlos (comprándolos, no expropiándolos como algunos quieren hacer ver) con el fin de que las riquezas del país reviertan sobre los ciudadanos y no en multinacionales extranjeras, de forma que sean los representantes legítimos del pueblo (poder ejecutivo) quienes puedan regir la política y la economía del país, al menos en cuanto a sectores prioritarios.
A los Gobiernos no les queda más que tragar con lo que hay y rezar para que las empresas no se vayan del país. Para los gobiernos de derechas (neoliberales o neoconservadores) este es el ideal, libre mercado y mínimo Estado. Los socialdemócratas critican le sistema pero lo único que hacen es poner parche, muchas veces poniendo las cosas peor, insultando la inteligencia de aquellos que les votaron como partido de izquierdas y se encuentran con medidas de derecha. Y a los cuatro años, lo mismo: pido el voto con la izquierda y gobierno con la derecha. No hay más que ver las medidas tomadas por el Gobierno de Zapatero, propias de cualquier partido neoliberal: disminución de impuestos (cuando no su eliminación), inyección de "cash" en la economía a través de pagos directos a familias (pagos únicos iguales para ricos que para pobres, o como se suele decir para Agamenón y su porquero), o peor aún, deducciones fiscales a través de la nómina a las que acceden todos los trabajadores excepto aquello con nóminas más bajas (porque se les ha retenido menos y no procede devolverles...).
La verdad es que los simpatizantes de izquierdas del PSOE muchas veces se encuentran al borde de la esquizofrenia al observar cómo les venden como políticas de izquierdas lo que siempre se consideró medidas de derecha. La mayoría de las veces hasta se lo acaban creyendo . Recuerda al concepto del "doblepensar" de Orwell, ¿no?. Y si dichas propuestas las hubiera realizado el PP, ¿serían medidas de derechas o izquierdas? Lo mejor de todo es que todos los debates y los más acalorados son entre simpatizantes "socialistas" y "populares", los dos partidos que proponen las mismas medidas y que más se parecen en forma y fondo.
En fin.