Durante las supuestas "vacas gordas" de la economía española (segunda legislatura de Aznar y primera de Zapatero) existían en España 8 millones de pobres según los datos de los estudios elaborados por Cáritas. Como era de esperar con la crisis actual estos datos se han incrementado ampliamente llegando a más de 11 millones de personas que viven en España por debajo del umbral de la pobreza. El 22% de la población. Dos de cada diez españoles son pobres.
Los datos están ahí y hay que analizarlos fríamente. Después de 37 años de la muerte del dictador y 35 años después de la primeras elecciones democráticas (sin contar el periodo republicano) la situación es catastrófica. De esos 35 años, más de la mitad (más de 20 años) ha gobernado un partido considerado "de izquierdas" y 12 entre el centro derecha (UCD) y la derecha (PP). Las diferencias entre ricos y pobres lejos de disminuir, se acrecientan. El Estado de Bienestar es débil y cada vez está más mermado. El Estado se ha vendido (o regalado) a la economía dejando de lado su principal y único fin: la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. El Estado apenas interviene en la economía, dejando que ésta se regule por sí misma.
Ese es el ideal del neoliberalismo, desde Smith hasta Friedman, y está en la base ideológica del PP y de la patronal. Pero la economía sin intervención estatal no acaba repartiendo la riqueza(como afirmaba Adam Smith con su teoría de la "mano invisible"), sino que genera acumulación de capital en pocas manos. El caso de la base ideológica del PSOE es distinta, su ideal está en la socialdemocracia moderna, una mescolanza entre Keynes, Galbraith, Giddens... que optan por cierta intervención estatal en la economía con el fin de paliar las consecuencias del libre mercado. Pero que en la práctica, al aceptar el capitalismo, cae en sus garras. El capitalismo es un monstruo que todo lo devora, que no entiende de nada excepto de acumulación de riqueza, ya sea a costa de empobrecer a otros, reducir derechos sociales, políticos y económicos, o si es necesario promover guerras depredadoras de recursos naturales o para obtener posiciones geoestratégicas en el control de los mercados. Y la socialdemocracia no habla de acabar con el capitalismo, sino de tratar de controlarlo y "someterlo" al control del Estado (como representante de los ciudadanos), pero el capitalismo tiene mecanismos rápidos, más ágiles que la buracracia estatal. En una llamada telefónica o movimiento de internet, el capital se desplaza por todo el mundo, controlando sectores estratégicos (energético, finanzas, investigación cinetífica y militar, etc) de los que depende el propio Estado, de forma que el Estado se ve atado de pies y manos para actuar contra los desmanes del capitalismo, porque pasa a depender de él. Como mucho puede tratar de poner vendas en las heridas causadas por el sistema: pensiones, subsidios, becas, fomento de la labor de ONG´s, etc. (esta es la principal diferencia que podría apreciarse entre neoliberales y socialdemócratas) pero incluso estas ayudas ahora se ven en peligro y son atacado desde el capital. La socialdemocracia ha demostrado que no sirve para controlar a un capitalismo que es ahora más fuerte gracias a la globalización. De hecho los políticos socialdemócratas (al igual que los neoliberales) acaban siendo correas de transmisión entre los mercados y los ciudadanos, es decir, un brazo ejecutor.
El sistema económico escapa fácilmente del control político. Pero ya no sólo esto, sino que es el poder político el que acaba siendo controlado por el poder económico, algo que desvirtúa plenamente el concepto de "democracia". Los representantes políticos se deben a los medios de comunicación que les promocionan y que están en manos de grandes corporaciones privadas con intereses económicos en sectores básicos de la economía. La imagen que esos medios ofrezcan de los políticos determinarán sus posibilidades de ganar o perder unas elecciones. Se deben también a los bancos que dan crédito o financian (directa o indirectamente) a partidos políticos y Estados. Se deben a las empresas que amenazan con abandonar su actividad dejando a la población en el paro, etc.
De todo esto se desprende que hay que seguir buscando alternativas, el Socialismo del XXI es una de ellas y tiene como principal teórico a Heinz Dieterich Steffan y uno de sus impulsores en la práctica es Hugo Chávez, tratando de compatibilizar el marxismo con la participación privada en los medios de producción (pero siempre bajo control del Estado) y con una democracia totalmente participativa que conjugue libertad e igualdad. Estableciendo entre los países una relación no basada en intereses económicos sino de cooperación, tal y como propone el ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de América). En Alemania, Die Linke (La Izquierda) partido en continuo ascenso defiende estos postulados y en España IU también opta por la vía del Socialismo del XXI como medio para conseguir una sociedad sin clases sociales. El camino es duro, ya que enfrentarse al capital implica enfrentarse a toda su maquinaria mediática, su manipulación, sus medias verdades interesadas y sus mentiras descaradas; y en pleno siglo XXI o se dispone de medios de comunicación afines o la batalla está perdida.
Mientras tanto, la pobreza avanza hasta en los países "ricos", y los políticos y los ciudadanos se llevan las manos a la cabeza ante estos datos, pareciendo olvidar que los primeros son responsables directos de la calidad de vida en los territorios en los que gobiernan, y los segundos por elegirles y ser complacientes con esos políticos.
2 comentarios:
JA JA JA ;) ES BONITO VIVIR EN UN CUENTO DE HADAS :)
HA HA HA HA HA HA HA HA HA
Entonces desglovalisemonos!!!!
EL CAPITALISMO ES UN MONSTRUOOOO Y PARECE DINOSAURIO!!!
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