Desde que la crisis llegó para instalarse en nuestras casas todos nos hemos vuelto un poco economistas. Hemos conocido conceptos como "prima de riesgo", "agencias de calificación", "recesión", "subastas de deuda pública", etc... Por otro lado, gracias a movimientos como el 15-M se han puesto sobre la mesa de discusión (al menos entre la ciudadanía) cuestiones que hasta ese momento eran desconocidas por la gran mayoría de la población: injusticia de la ley electoral, dación en pago, financiación de la Iglesia, relaciones Estado-Banca, bipartidismo... Por lo tanto también todos nos hemos vuelto un poco más conocedores de la "arena política".
Esto es algo que debiera ser normal y lógico: saber cómo funcionan las estructuras del sistema, ya que el ser humano es un ser social y todo ser social es político. Incluso ser apolítico es una posición política. Ser apolítico es ser idiota, y no lo digo yo, es la propia etimología de la palabra "idiota", que en griego significa "el que no se preocupa de los asuntos públicos".
Está muy bien conocer todas estas cuestiones, conceptos, conocer cómo funciona la economía y la política. De hecho, todos (o al menos los que tenemos un poco de actitud crítica) criticamos a diario las noticias que nos llegan sobre corrupción, despilfarro, recortes de derechos a trabajadores, rendición de los Estados a los mercados, etc. Eso está muy bien, pero hay que comenzar a dar alternativas Y para ello, nuestros conocimientos deben sustentarse en la teoría. No hay práctica sin teoría. "La teoría ilumina la práctica", que diría Ezequiel Ander Egg.
El problema es que no se lee teoría, ni ensayos, ni tan siquiera Historia. Como mucho tenemos un conocimiento basado en la Wikipedia y en una "cultura general" basada en libros de texto aprobados por los Ministerios correspondientes, en medios de comunicación pertenecientes a empresas privadas con intereses en amplios sectores de la economía (sectores energéticos, audiovisuales, etc), conocimientos basados también en documentales y películas realizados por las grandes corporaciones de la industria cinematográfica. La Historia la escriben los vencedores (¿por qué los indios son los malos en los Western cuando ellos sólo vivían tranquilamente en sus territorios y fueron invadidos para arrebatarles sus tierras?). Quien controla el presente, controla el pasado, como bien escribía Orwell en su gran obra "1984". ¿De qué estamos hablando? Esto, que es algo tan evidente, no es más que el concepto de "hegemonía" del que hablaba Gramsci y también está relacionado con el concepto de "superestructura" de la que hablaba Marx. De esta forma, poco a poco y de forma inconsciente, los de abajo vamos interiorizando la ideología de las clases dominantes y las incorporamos a nuestro repertorio cultural.
Para cambiar los aspectos que no nos gustan, hay que tener una base teórica, o al menos tener claros algunos conceptos ¿qué es el Estado y qué intereses defiende?, ¿existen las clases sociales?, ¿qué diferencia una clase social de otra? ¿el dinero que se posee?, ¿cómo funciona el sistema financiero globalizado?... porque si no tenemos claras algunas cosas, no seremos capaces de plantear alternativas serias si lo que queremos es transformar el sistema. Hay que saber qué es lo queremos y visualizarlo. Es como la cuestión de la República: plantear la República sólo desde el prisma de la eliminación de la dinastía monáquica puede suponer acabar teniendo una República presidida por Aznar o Esperanza Aguirre...
Por ello hay que tener algunos conceptos teóricos claros y tener un mínimo conocimiento de cómo funciona el sistema para saber quiénes son compañeros de viaje, quiénes son enemigos y quiénes son aquellos con los que compartimos parte del viaje, pero que sabemos que más adelante nuestros caminos se bifurcarán. Debemos tener claro que los que gobiernan y los que han gobernado no han modificado las bases de relación entre los de arriba y los de abajo, por mucho que unos y otros prometan cuando están en la oposición. Y esto no ocurre sólo en España, sino que sucede en toda Europa y el mundo occidental. Y el tiempo pasa. Y ellos se sucenden en el poder. Y el tiempo pasa. Y los de arriba siguen estando arriba y los de abajo, seguimos estando abajo. Y te das cuenta de que a los de arriba les da igual que gobiernen unos u otros, porque ellos siempre van a estar arriba mientras siga la eterna sucesión de partidos que aunque de voz digan que cuestionan el sistema, en los hechos no son más que correas de transmisión entre los de arriba y los de abajo.
Hay que desmontar sus mentiras, las de unos y las otros, es decir: las del sistema en su conjunto. Para ello: contrainformación, no creerse todo lo que nos cuentan desde sus mass media, cuestionárselo todo, plantearse a qué intereses económicos responde cada medio de información, sacar a la luz los avances de los pueblos que se han opuesto al capitalismo y que los medios nos ocultan, desmontar las mentiras con las que nos intoxican, recordar cómo los que cuando están en el poder dicen "blanco", cuando están en la oposición dicen "negro", plantear una visión del mundo diferente y tratar de que ésta llegue al mayor número de gente posible. Resumiendo: creando hegemonía en el sentido gramsciano, pero una hegemonía alternativa, un hegemonía de los de abajo. Esta hegemonía será la única forma de concienciación de clase, el punto inicial para que los de abajo nos demos cuenta de quiénes somos y de dónde estamos, pues sólo siendo conscientes de ello podremos plantearnos el dejar de estar abajo. Todos, en nuestro día a día, podemos poner nuestro granito de arena en esta tarea y abrir los ojos a los que aún los tienen cerrados.
Por ello hay que tener algunos conceptos teóricos claros y tener un mínimo conocimiento de cómo funciona el sistema para saber quiénes son compañeros de viaje, quiénes son enemigos y quiénes son aquellos con los que compartimos parte del viaje, pero que sabemos que más adelante nuestros caminos se bifurcarán. Debemos tener claro que los que gobiernan y los que han gobernado no han modificado las bases de relación entre los de arriba y los de abajo, por mucho que unos y otros prometan cuando están en la oposición. Y esto no ocurre sólo en España, sino que sucede en toda Europa y el mundo occidental. Y el tiempo pasa. Y ellos se sucenden en el poder. Y el tiempo pasa. Y los de arriba siguen estando arriba y los de abajo, seguimos estando abajo. Y te das cuenta de que a los de arriba les da igual que gobiernen unos u otros, porque ellos siempre van a estar arriba mientras siga la eterna sucesión de partidos que aunque de voz digan que cuestionan el sistema, en los hechos no son más que correas de transmisión entre los de arriba y los de abajo.
Hay que desmontar sus mentiras, las de unos y las otros, es decir: las del sistema en su conjunto. Para ello: contrainformación, no creerse todo lo que nos cuentan desde sus mass media, cuestionárselo todo, plantearse a qué intereses económicos responde cada medio de información, sacar a la luz los avances de los pueblos que se han opuesto al capitalismo y que los medios nos ocultan, desmontar las mentiras con las que nos intoxican, recordar cómo los que cuando están en el poder dicen "blanco", cuando están en la oposición dicen "negro", plantear una visión del mundo diferente y tratar de que ésta llegue al mayor número de gente posible. Resumiendo: creando hegemonía en el sentido gramsciano, pero una hegemonía alternativa, un hegemonía de los de abajo. Esta hegemonía será la única forma de concienciación de clase, el punto inicial para que los de abajo nos demos cuenta de quiénes somos y de dónde estamos, pues sólo siendo conscientes de ello podremos plantearnos el dejar de estar abajo. Todos, en nuestro día a día, podemos poner nuestro granito de arena en esta tarea y abrir los ojos a los que aún los tienen cerrados.
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