En España somos muy dados a hacer chistes y gracietas sobre cualquier tema, por escabroso o peliagudo que sea. Nos gusta mirar el lado divertido de las cosas... somos así... y qué le vamos a hacer. Obviamente la situación política es uno de los filones para todo tipo de humor. No hay medida gubernamental o problemática social, comentario o aspecto político que pueda escapar a la viñeta, al montaje humorístico fotográfico o similar vía Facebook u otras redes sociales. Nada escapa a ser filtrado por el humor. Minutos después de suceder un hecho político, ya hay una visión humorística en la red.
¿Quizá sea una forma de reírnos virtualmente de los que se ríen de nosotros en la vida real? No seamos ingenuos: cuando nos reímos de los recortes, de Marianico "el recorto", de ZP, de Rato, de Montoro, etc... son ellos los que se ríen de nosotros. Quizá el humor sea el refugio que nos dejan para tener una sensación subjetiva de "estar por encima de ellos", subliminando una realidad en la que son ellos los que están por encima de nosotros.
Cuenta J.L. Sampedro que a finales de los 60 en las universidades españolas había profesores críticos con el franquismo (como el propio Sampedro) y que él se preguntaba por qué esto se permitía desde el régimen. Un político cercano a Franco le dijo: "porque así los profesores y estudiantes tienen sensación de libertad, aunque no la tengan en la práctica". Ahora quizá dejan que nos riamos de ellos para tener sensación de complacencia y falsa superioridad. Porque es así, el humor da una sensación de superioridad sobre aquel del que nos reímos. Reírse de otro supone estar por encima de él, hacerle de menos, caricaturizarle, dejarle en ridículo por debajo de nosotros. Además hay muchas ocasiones en que esa imagen caricaturesca ofrece una visión hasta "entrañable" del sujeto objeto de burla, se da una visión de "pobrecillo", "tonto"... en lugar de mostrarnos la crudeza de la maldad de muchos de esos personajes.
No quiero se como los inquisidores con el "Tratado de la Risa" de Aristóteles (los que conozcáis El Nombre de la Rosa me entenderéis), pero sí que quiero avisar del riesgo que puede suponer la caricaturización de todo. El humor político debe ser educativo y activista, pero no complaciente, desmovilizador y, por tanto, conservador.
Todos solemos decir eso de "me lo tomo a risa por no llorar", se banaliza "la crisis" y se usa como broma o chascarrillo jocoso. Pero cuando ya hay gente cuya vida es un drama y las decisiones políticas llevan a paro, hambre, desahucios y muerte la cosa ya no tiene ni pizca de gracia. Hay cosas que no pueden ser objeto de humor, a menos que ese humor sea el único medio de despertar conciencias dormidas, y eso ya no sería humor sino activismo. El que hace humor político sólo por la gracieta contribuye al mantenimiento de las relaciones de poder y del status quo, algo que no es de recibo dada la situación actual.
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