Ayer mismo, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo tumbaba la irretroactividad de la aplicación de la conocida como "doctrina Parot", que permite aplicar las reducciones de pena por beneficios penitenciarios no en función del máximo de años que permite el Código Penal sino en función del número de años de la condena.
Esta sentencia supone la puesta inmediata en libertad de la etarra Inés del Río y podría abrir la puerta para la liberación de varios etarras más. Cabe recordar que la sentencia del Tribunal de Estrasburgo no supone la ilegalidad de la "Doctrina Parot" sino la irretroactividad en su aplicación, es decir, que a una persona que ya está juzgada por la legislación vigente en el momento del delito, no se le puede aplicar posteriormente una nueva ley o, como es el caso de la "Doctrina Parot", una nueva interpretación de la ley.
De esta forma, es totalmente lógico que nos hayan enmendado la plana desde Estrasburgo. Lo que no es lógico es que la falta de separación de poderes en España sea tan evidente que, a petición del Gobierno (primero del PP y luego del PSOE), el Tribunal Supremo se salte a la torera un principio legal básico de toda democracia y recogido en nuestra Constitución (artículo 9): la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras. Imagínense que por una carretera de 120 km/hora pasas a 110. No es sancionable. Pero que un mes después cambien el límite de velocidad de esa carretera a 100km/hora. No sería legal que te aplicaran la nueva normativa y te sancionaran por haber circulado un mes antes a 110. Esto es algo parecido, a nivel legal, claro, con lo sucedido con la "Doctrina Parot". Es obvio que no tiene nada que ver un exceso de velocidad con asesinar a decenas de personas... pero creo que el ejemplo puede ser clarificador. Y el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo ha dejado a España avergonzada por incumplir tan claramente su propia Constitución y dejando claramente al descubierto la falta de separación de los poderes políticos y judiciales.

Sin embargo, en el caso del polémico tuit de Alberto Garzón, nadie le preguntó. Él, obviamente tiene libertad de expresión y ademas viene amparado por la razón y por un Tribunal de Derechos Humanos, pero a la ciudadanía española, que anda muy verde, por cierto, su tuit le suena a "alegrarse porque los etarras salgan de prisión". Es triste, pero es el nivel que tenemos en España. Y Alberto, un tío listo, debería saber que hay cuestiones que son peliagudas y que mucha gente no las piensa sino que las siente, o como dice un compañero, "las razonan con las tripas". Y este es uno de esos casos. No es una buena estrategia de comunicación unir las palabras "Buenas noticias" con un texto que implica la excarcelación de una etarra con decenas de muertos a sus espaldas. Y repito, el problema no es fondo, ya que comparto la visión de Alberto Garzón, sino la falta de estrategia comunicativa.
Y es que, un sólo tuit que "remueva alguna tripa" puede tirar por el suelo el trabajo de meses. Cuesta mucho ganarse la confianza de los electores pero puede costar un sólo tuit el perderla. Y eso, aun teniendo razón...
Y no quiero terminar este post sin condenar firmemente todas las amenazas sufridas por Alberto y desear que el peso de la ley caiga sobre quienes le han amenazado por el simple hecho de defender una sentencia de un Tribunal de Derechos Humanos.