lunes, 16 de agosto de 2010

LA DISTINCIÓN

¿Cómo se crean los gustos sociales?¿por qué inferimos cierta intelectualidad de quienes escuchan música clásica? Los conceptos de “buen gusto”,“belleza”,“arte”,“elegancia”, que son compartidos socialmente, ¿cómo se han desarrollado?, ¿cómo y por qué evolucionan? Estas son algunas de las preguntas que sociólogos y, especialmente, antropólogos han tratado de dar respuesta.

Pierre Bourdieu (1930-2002), quizá el científico social más brillante de la segunda mitad del siglo XX (con el permiso de Marvin Harris, A. Touraine, H. Marcuse…), en su obra “La distinción” (1979), nos dice que no sólo es entorno al capital económico donde se produce una lucha de clases, sino que existe un capital simbólico que recrea dicha lucha en el ámbito cultural. Bourdieu nos habla de un “plus simbólico” que se atribuye a los gustos y aficiones de las clases dominantes por el simple hecho de ser profesados por estas élites, lo cual perpetúa la dominación cultural de sus gustos y contribuye a crear esa “distinción” con la que Bourdieu da título a su obra.

Podemos mostrar varios ejemplos. Hasta el siglo XIX las clases aristocráticas consideraban el hecho de tener la piel pálida como signo de distinción ante el resto de la población que se curtía al sol trabajando en la agricultura y la ganadería. Los aristócratas incluso se maquillaban para tener la piel más blanca, demostrando que ellos no tenían que desempeñar ningún trabajo físico. De hecho, la aristocracia es de “sangre azul” debido a que la blancura de su piel permitía ver el azul de sus venas. En la Plaza de la Concordia de París las guillotinas se encargaron de demostrar que esto no era cierto.

Con la Revolución Industrial, las masas de trabajadores abandonaron el campo para ser recluidos 16 horas al día en fábricas. De tal forma que, alejados del sol, su piel blanqueaba. La aristocracia debía distinguirse de nuevo, viajes a las colonias a tomar el sol, que quedara claro que ellos no trabajaban en las fábricas y que ellos disfrutaban de vacaciones. Cuando perdieron las colonias fueron a la costa y a los rayos UVA, cuando la gran parte de la sociedad pudo permitirse estos lujos, ellos se fueron al Caribe, la India, África… ahora que estos destinos son accesibles a grandes capas de trabajadores ellos ya comienzan a realizar viajes espaciales.. El mundo se les ha quedado pequeño. La distinción.

El plus simbólico otorgado a la música clásica, como arte con mayúsculas, que sólo saben apreciar las personas cultas, no se explica ni por su composición en sí ni por la perdurabilidad a lo largo del tiempo. Antes ya existían los juglares, los bardos, etc., que, aparte de la música, cultivaron la literatura y la poesía. El plus simbólico de la música clásica reside en el hecho de ser desarrollada en salones regios y palacios de las clases altas que revisten sus gustos de intelectualidad y arte, mientras que denigran los gustos del pueblo refiriéndose a ellos despectivamente como “folklore”.

Algo similar ocurre con la pintura y la escultura actual, dirigida a élites que buscan la distinción y el exclusivismo en arte subjetivo, que sólo ellos “comprenden” debido a su intelecto superior al resto de los mortales. Se han realizado experimentos que demuestran que muchos de estos “intelectuales” y “expertos” no han sido capaces de diferenciar obras de reputados artistas de obras de niños de preescolar expuestas en ARCO (la muestra de Arte Contemporáneo). Bourdieu llegó a decir que “el arte no existe”, lo que existe es la plusvalía de un capital simbólico otorgado a las actividades que realizan las clases dominantes, de forma que mantienen su supremacía no sólo en el campo económico sino también en el cultural.

Qué decir del capital simbólico del traje y la corbata, del exclusivismo de la ropa de diseño, el gusto por determinados deportes elitistas (¿lo hacen por placer o simplemente por distinguirse del resto que no puede acceder a tener yates, caballos, etc?).

Bourdieu señala cómo la posición social condiciona la visión de las cosas (entre ella la cultura) y se genera un conflicto latente por la imposición de los gustos y los conceptos de lo que es y no es arte y cultura. Aunque gran parte de la sociedad asume estos conceptos como propios, quedan movimientos contraculturales, que abogan por otros valores, sin embargo suelen ser asimilados y desactivados por la cultura dominante, que los reduce a modas inofensivas para el sistema (hippies, punks,..) Eduardo Galeano, literato uruguayo, dejó constancia del conflicto simbólico en el uso del lenguaje y la cultura en su poema “Los Nadies”: “…los que no hablan idiomas, sino dialectos, los que no tienen cultura sino folklore, los que no hacen arte sino artesanía, los que no profesan religiones sino supersticiones…”

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