martes, 22 de marzo de 2011

LA SOLEDAD DE LA COHERENCIA

Hace 4 años, el Ayuntamiento de Madrid le entregada a Gadafi las "llaves de oro" de la ciudad. En ese acto, los concejales de Izquierda Unida salieron de la sala por su oposición a la dictadura en Libia. PP y PSOE aplaudían en el consistorio al dictador libio.

Durante varios años, tanto el Gobierno "neocon" de Aznar como el de Rodriguez Zapatero, vendieron armas a Gadafi por un valor de varios miles de millones. IU se opuso a estos negocios al considerar que estas armas servirían para la represión del pueblo libio.

Hoy, hay quien acusa a IU de mirar para otro lado ante la "represión" de Gadafi y afirman que la oposición de IU a la intervención militar poco menos que les hace cómplices del dictador. Qué cinismo. IU nunca le ha reído las gracias a Gadafi, ni al rey de Marruecos, ni a los distintos gobiernos sionistas de Israel, ni a Obiang, ni a decenas de gobernantes que no respetan los derechos humanos, minetras que los líderes de los partidos mayoritarios, tanto en España como en el resto de la comunidad internacional, no han dudado en darles palmaditas en la espalda y en hacer negocios económicos con ellos.

Pero IU nunca ha pedido la intervención militar contra Marruecos, ni contra Israel, ni contra Arabia Saudí, ni Bahrein ni Colombia... porque siempre hay opciones que deben ser valoradas antes que una intervención militar. En el conflicto con Libia no se ha intentado ningún tipo de negociación, a pesar de que el presidente venezolano Hugo Chávez se ofreciera a ser mediador para evitar un conflicto bélico.

Ayer en el Congreso de los Diputados, todos los partidos salvo la honrosa excepción de IU y del BNG, votaron a favor del envío de tropas a Libia (curiosa votación, ya que las tropas ya están movilizadas desde hace varios días, cosas de la democracia...). Esta es la transcripción del discurso de Gaspar Llamazares (IU) en el Congreso de los Diputados. Me siento totalmente representado por ella.


Señor presidente del Gobierno, en nombre de Izquierda Unida yo digo ‘No’. Señor presidente, ¡quién le ha visto y quién le ve! Otrora tras la pancarta del ‘No a la Guerra’: no a la guerra de Irak; más tarde con el sí, pero… a la guerra de Afganistán, y ahora encabezando la coalición de París, rememorándonos a todos otra coalición: la coalición de las Azores.

Pero yo digo ‘No’ a esta intervención; ‘No a la Guerra’ porque el argumentario de la intervención, si bien tiene, a diferencia de Irak, un mandato de Naciones Unidas, no son los derechos humanos, no es la democracia en Libia, porque ni los derechos humanos ni la democracia se exportan. Ni los derechos humanos ni la democracia se imponen mediante la guerra.

Muy al contrario, son los intereses: los intereses geoestratégicos, los intereses económicos y políticos e
n Libia y, sobre todo, se abre una nueva etapa en la política internacional, y a mí no me gusta. No me gusta esta nueva etapa donde cada uno establece su ‘patio trasero’ y en ese ‘patio trasero’ gobierna con el apoyo de los otros o con la anuencia o abstención de los otros: nosotros en el Mediterráneo, Rusia en su entorno, China en el suyo, y Estados Unidos en los de todos. Señor presidente del Gobierno, ese no es el multilateralismo, ese no es un futuro también democrático para el gobierno del mundo. Señor presidente del Gobierno, no es verdad, es hipócrita hablar de derechos humanos.

En estos momentos hay en el mundo 32 conflictos prácticamente iguales, con características muy similares al de Libia, donde hay un gobierno despótico, un tirano que sojuzga a su pueblo y que en muchos casos extermina a parte de su pueblo, a una tribu o al que piensa de forma distinta que él, y sin embargo sería una verdadera locura que la política internacional fuera la utilización de la guerra para acabar con esas situaciones. Sería una locura porque nos llevaría a un conflicto mundial. Por eso no se hace. Por eso se adoptan otras medidas.
¿Por qué lo hacemos en el caso de Libia? ¿Por qué en el caso de Libia en lugar de adoptar medidas políticas, que se han hecho en la primera resolución, precipitadamente -y digo precipitadamente- en la segunda resolución vamos directamente a la intervención militar? Pues porque Libia juega un papel muy importante en el norte de África y en el Mediterráneo, y porque queremos gobernar los cambios en el Mediterráneo a nuestro acomodo. Digámoslo claramente: que queremos gobernar los cambios que se están produciendo, encauzarlos, controlarlos, y que queremos también saber y garantizar el futuro de la energía en el Mediterráneo.

No se trata de la responsabilidad de proteger, señorías. Se trata del derecho a controlar, esa es la cuestión: del derecho a controlar en nuestro espacio, del derecho a controlar en nuestro patio trasero, y en nuestra opinión eso no se puede hacer mediante la guerra. Señorías, si fuera una cuestión de derechos humanos, hay que saber que la guerra, la intervención militar, la exclusión en el espacio aéreo provocan más sufrimiento -y tenemos la experiencia-, provocan más desplazamientos de población, enconan las situaciones y los enfrentamientos, y dificultan la solución de los conflictos. ¿Por qué adoptamos pues esa estrategia? Pues porque nuestro objetivo, como he dicho antes, no son los derechos humanos, nuestro objetivo es la defensa de la geoestrategia y de los intereses. Y, en mi opinión, incluso para este objetivo menos ‘santo’ de estrategia y de intereses la estrategia de la guerra es también equivocada.

Señorías, nosotros proponemos, por el contrario, que se mantengan las políticas que en otros casos han tenido éxito, y recuerdo Sudáfrica. Sudáfrica no fue bombardeada; tampoco pensamos bombardear Palestina, ni tampoco bombardear Marruecos por el conflicto del Sahara, ni Birmania. No pensamos hacer ninguna cosa de esas. Lo que podemos hacer es utilizar al máximo los medios civiles que tiene la comunidad internacional: bloquear las cuentas de los tiranos, también embargar las armas para que no tengan medio de reprimir a sus pueblos y tomar medidas para aislar políticamente a esos regímenes. Esas medidas tuvieron éxito en el caso de Sudáfrica, han tenido también éxito en otros países y no tienen por qué dificultar las cosas en el caso de Libia.


Termino refiriéndome a algo que me parece muy importante. Fíjense cómo hemos devaluado las cosas que hemos pasado del ¡OTAN no! y del ¡No a la guerra! al sí a esta guerra y a encabezarla. Devaluamos la autorización de la Cámara y la convertimos en una mera ratificación. Esto demuestra cómo se devalúan las cosas, pero -y termino- también demuestra nuestra propia hipocresía. No es La Odisea o, si es La Odisea, no vamos de Troya a Ítaca, vamos al revés, de Ítaca a Troya. Muchas gracias.

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