lunes, 21 de junio de 2010

SARAMAGO Y EL COMPROMISO DESDE LA COMODIDAD

Tras la muerte de José Saramago (escritor y miembro del Partido Comunista de Portugal), los medios más reaccionarios han comenzado con la típica cantinela sobre los intelectuales, artistas, etc. que se definen anticapitalistas pero que viven en un mundo de "comodidades" capitalistas: coches, grandes casas, viajes, buena ropa, etc. Este discurso no es específico de la derecha más reaccionaria sino que está implantado en gran parte de la sociedad: ¡Qué bien se vive siendo comunista mientras vives como un rico!
Al parecer, ser comunista implica hacer un voto de pobreza, vestir con harapos, no tener coche, ni mp3, ni móvil, ni tener una casa en propiedad ... Recuerdo un comentario de una amistad hablando de la contradicción de ir a un concierto de un grupo de rock reivindicativo con un coche recién estrenado... Como si los comunistas tuvieran que ir en bici o a pie... y si necesitas un coche, ¿qué? ¿te lo fabricas tú sólo? Además parece que un comunista debe repartir todas sus pertenencias para ser un verdadero comunista. El comunismo está a favor de la propiedad pública de los medios de producción, pero no está en contra de la propiedad privada de las posesiones que los trabajadores han conseguido a través de la dignidad de su trabajo.

Lo que esconde todo esto es la asociación del comunismo con la pobreza y por ende, del capitalismo con la riqueza. Algo que nos han metido por los ojos desde los medios de comunicación con la situación en la antigua URSS y Cuba. Sin embargo no se nos muestran las miserias del capitalismo en Africa, Asia y Latino América, por no hablar de los millones de pobres existentes en EEUU y Europa. Cuba y la URSS lograron un milagro económico: la URSS pasó en 15-20 años de ser un país anclado en el medievo y con un sistema feudal agrario a ser la segunda potencia económica mundial. Sólo se vino abajo cuando se vio obligada a defenderse y tuvo que emplear la mayor parte de su presupuesto en armamento. Cuba pasó de ser un país pobre, basado en el monocultivo (caña de azúcar), analfabeto y sin sanidad, a ser un país con una economía diversificada y con el mejor sistema público de sanidad y educación de toda Latinoamérica. Los estragos del bloqueo y la caída de la URSS han llevado a Cuba a resistir con sus propios medios. Aún así, siguen llegando noticias como el reciente informe de UNICEF que afirma que Cuba es el país latinoamericano donde mejor calidad de vida tienen los niños.

Volviendo a la cuestión de las supuestas incongruencias de ser comunista (o anticapitalista, ácrata, etc) y vivir con comodidades, cabe decir que todas estas personas han logrado sus ganancias gracias a su trabajo, sin explotación de sus semejantes, sin especulación, sin operaciones financieras que invierten en empresas que generan pobreza en otras zonas del mundo, etc. Está claro que viviendo en una sociedad capitalista cualquier objeto de consumo (desde una barra de pan hasta un coche) está ligado al sistema de producción capitalista y no queda otra opción, sin embargo sí que se debe tener conciencia suficiente como para saber discernir las empresas a las que compramos sus productos y evitar comprar ciertas marcas que fomentan la explotación infantil, empresas que apoyan golpes de Estado, bloqueos y embargos, que maltratan los derechos de los trabajadores, entidades bancarias que invierten en el tráfico de armas, etc. Tener que consumir no significa compartir los valores burgueses. Y que uno consiga vivir dignamente y con ciertas comodidades no debe hacernos olvidar que el sistema está basado en la injusticia y hay que denunciarla. Decía el Ché: "la cualidad más bonita de una revolucionario es sentir como propia cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo"

Una persona que gana su dinero honradamente, como la mayoría de la personas, y tiene la suerte de que su trabajo tiene un reconocimiento social y económico, tiene todo el derecho del mundo a vivir lo mejor que pueda y no por ello tener que renunciar a sus ideales de izquierda. Y no sólo mantener sus ideales, sino además hacerlos públicos, lo cual, hoy por hoy, ya es un acto que honra (decía Orwell que "cuando la mentira está por todas partes, decir la verdad es un acto revolucionario"), de hecho hacer pública una opción política comprometida contra el sistema supone hoy en día no aparecer en los medios de comunicación (músicos reivindicativos) perder contratos, actuaciones y estar en el ojo del huracán expuesto a críticas (que se lo digan a Willy Toledo, adjunto la genial entrevista entre Luis Herrero, periodista de la derecha más conservadora y Willy Toledo, quien se explica perfectamente), algo que no tendrían porqué aguantar si hubieran optado por la opción fácil: callar sus ideales y comulgar con ruedas de molino. Sin embargo el compromiso con los ideales llevan a utilizar su fama para difundir unas ideas que de otra manera difícilmente llegarían al grueso de la sociedad. Ese es su compromiso.

Y el compromiso de los comunistas de a pie pasa por hacer lo mismo en el día a día, con la gente que nos rodea, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. Hacer explícitas las contradicciones del sistema, sus engaños, sus manipulaciones, la falsa apariencia democrática, denunciando cómo el sistema genera riqueza para unos pocos y pobreza para muchos, recorte de derechos económicos y sociales, denunciando que la riqueza generada en los países capitalistas se basa en la explotación de los recursos naturales que nos permiten vivir y en la explotación y expolio que las multinacionales, apoyadas por los Estados, realizan en los países en vías de desarrollo. Mostrando que la pobreza de casi la mitad de los habitantes de la Tierra es la otra cara de esa moneda llamada capitalismo. Debemos plantear y hacer ver que otras alternativas son posibles, a pesar de que nos hagan creer que hemos llegado "al fin de la Historia" con el triunfo del capitalismo, como afirma el politólogo neoliberal Francis Fukuyama. Para ello es necesario seguir la actualidad y analizarla críticamente, no siendo meros receptores de los mensajes sesgados (con apariencia de objetividad) con los que nos bombardean desde unos medios de comunicación con intereses políticos y económicos, pues pertenecen a sociedades anónimas con participación en acciones de multinacionales.

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