jueves, 18 de noviembre de 2010

GALEANO Y SUS VENAS ABIERTAS

Recientemente he terminado de leer el libro que encumbró a la fama a Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina. He de reconocer que, si bien está narrado en un estilo muy accesible, se hace compleja y veces cansina su lectura debido a la gran cantidad de datos que aporta, los cuales, en ocasiones, no siguen un esquema fijo.

Sin embargo, este libro escrito en 1970 es la obra clave para conocer la Historia de un pueblo que, por perder, perdió hasta el nombre, ya que cuando se habla de América y de los americanos todos pensamos en el vecino grande, los EEUU. La Historia de América Latina está basada en la contradicción existente por algo muy peculiar: la pobreza como resultado de su propia riqueza. La vasta cantidad de recursos naturales (oro, plata, cobre, gas, petróleo, tierras fértiles para la producción de cacao, algodón, café, etc) nunca ha supuesto la mejora de la vida de los latinoamericanos, sino que han supuesto su explotación económica, social y la subyugación política, primero por los conquistadores españoles y portugueses y luego por las multinacionales.

La población autóctona fue esclavizada para trabajar en las altamente productivas minas donde murieron varios millones de indígenas, la población autóctona americana se vio reducida a más de la mitad en menos de dos siglos, entre la conquista violenta y las condiciones del trabajo esclavo en las minas a las que eran llevados. Las madres mataban a sus hijos antes de que estos fueran a ser llevados como esclavos a las minas. Cuando la población esclava fue insuficiente y se necesitaban brazos, se traían barcos negreros desde África financiados por países como España, Bélgica, Holanda, Francia, Inglaterra… de ahí la gran mezcla racial que hoy perdura en América Latina. Las clases altas europeas se enriquecían y se llenaba de lujos transatlánticos gracias al mercado esclavista y a la explotación indígena. Con la llegada de la revolución industrial y la producción en masa, las grandes potencias industriales, no necesitaban esclavos, sino consumidores que pudieran comprar sus nuevos productos. Se prohibió, de manera formal, la esclavitud. No fue una cuestión de bondad sino una cuestión de intereses económicos.

Una vez acabada la época colonial y lograda la independencia de las distintas naciones latinoamericanas (promovida y en ocasiones financiada por los intereses económicos de la nueva burguesía incipiente), los nuevos y débiles Gobiernos se vieron atrapados por el poder de las grandes multinacionales, respaldadas por los gobiernos de EEUU e Inglaterra, principalmente, y en aras del “libre mercado” pactaron financiación a cambio de producción de monocultivo: unos países se especializarían en café, otros en bananas, otros en petróleo, otros en cacao… La oligarquía terrateniente criolla hizo mucho dinero mientras los trabajadores percibían como salario harina, agua y poco más, cuando se les pagaba en dinero, no llegaba para cubrir para la dieta mínima de un jornalero. El monocultivo llevó a la dependencia del precio internacional de cada producto y cuando éste caía (ya que el gran capital buscaba promover la competencia entre los productores apoyando el cultivo de mano de obra semiesclava en África con el fin de abaratar el precio) llegaban las hambrunas, por no hablar de los perjuicios que el monocultivo supone a la tierra, y que lleva a periodos de improductividad, generando paro, epidemias y más hambrunas.

Las materias primas eran vendidas a precios irrisorios a las multinacionales, muchos de cuyos directivos solían ser senadores y parlamentarios estadounidenses o ingleses y que habían “pactado” con los nuevos gobiernos “independientes” la eliminación de tasas arancelarias. Luego los productos eran devueltos en forma de manufacturas que el país latinoamericano debía pagar con sobrecoste por el alto coste de producción de la mano de obra estadounidense y europea, quienes, para más ironía, establecían aranceles a la exportación de sus propios productos.

Además, por si esto fuera poco, el Banco Mundial y el FMI, controlados por EEUU desde su creación, imponían y sigue imponiendo condiciones a los países latinoamericanos para financiar la deuda que se va generando por el desfase económico entre importación/exportación, y esas condiciones solían hacer hincapié en la necesidad de privatización de servicios públicos (telefonía, gestión del agua, transporte, obras públicas, seguridad, etc) que pasaban a ser gestionadas por empresas pertenecientes a grupos multinacionales. (hoy en día con la crisis, el FMI y el Banco Mundial, siguen imponiendo cuestiones de “obligado cumplimiento” incluso a los Gobiernos Europeos: flexibilizar el mercado laboral, reducir pensiones, reducción de deuda pública, reconversión de servicios públicos en servicios de gestión privada…).

Cuenta Galeano que cuando un gobierno latinoamericano realizaba modificaciones legales en cuestiones económicas con las que trataba de acabar con esta situación que llevaba a la ruina a su población, siempre había un golpe de estado promovido por los intereses de la multinacionales, para recordar que quien manda es el capital y no los gobiernos democráticos. De ahí que el Siglo XX sea una continua historia de golpes de estado de derechas que aupaban a militares al poder con el apoyo de los grandes intereses capitalistas.

Quizá en España los golpes que más nos suenan son los de los años 70 en Argentina y Chile, pero también pasó en Uruguay, Guatemala, Bolivia, Perú, Brasil, Nicaragua, Honduras, … y no sólo un golpe de estado en cada país sino varios en cada uno de ellos. Aunque el libro no lo recoge, ya que como hemos dicho está escrito en el 70, lo mismo ocurrió en Venezuela en el 2002 (aunque el golpe contra Chávez no triunfó, debido al alzamiento popular en favor del líder bolivariano) y recientemente en Honduras, donde los golpistas derrocaron al presidente electo Zelaya, y aún hoy gobiernan y hacen desaparecer a decenas de sindicalistas y opositores. Sólo un país se puedo sobreponer a los intereses de la multinacionales: Cuba, que por la vía revolucionaria, en 1959 acabó con la dictadura de Batista, militar impuesto desde EEUU, y supo defenderse de la invasión nortemericana en Bahía Cochinos, pero todavía hoy en día tiene que pagar el precio de no rendirse al capital: un bloqueo económico que dura ya casi 50 años, por no hablar de la continua campaña mediática y difamatoria a la que se ve sometida casi a diario.

Este libro, Las Venas Abiertas de América Latina, que debería ser indispensable para aquellos interesados en la historia latinoamericana (historia que explica el presente), fue regalado por Hugo Chávez al Presidente Obama, quien desconocedor del libro, creyó que había sido escrito por el propio Chávez…Ojalá que Obama lo haya leído, aunque lo dudo mucho.

Dice Galeano que la mejor propaganda que ha tenido "Las Venas" fue su prohibición en todas y cada una de las dictaduras militares latinoamericanas. Dice Galeano, citando a Blas de Otero: "No dejan ver lo que escribo, porque escribo lo que veo". Galeano cuenta varias historias emotivas ligadas al libro, como la chica que en un autobús de Bogotá estaba leyendo un párrafo del libro a una amiga y terminó leyéndolo en alto para todo el bus. Y el jóven estudiante que se recorría todas las librerías de su ciudad para ir leyendo poco a poco el libro, ya que no tenía dinero para comprarlo. Y la mujer que huyó del Chile de Pinochet con libro escondido en los pañales de su bebé...

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